lunes, 17 de marzo de 2008

Domingo de Ramos... en Sevilla



¡Ya es primavera!... o casi. El tiempo era soleado y no hacía mucha calor este Domingo de Ramos.
A eso de las dos de la tarde me eché a la calle, cámara en ristre, para ver la procesión de la Virgen de la Paz.
Pasaba cerca de mi casa, por el Parque de María Luisa. El parque estaba precioso y una multitud vestida de nuevo ("Domingo de Ramos, el que no estrena ná, no tiene mano") llenaba las calles y plazoletas de aquel entorno.
Señores mayores con sus dignas esposas, matrimonios con los carritos de sus hijos, mucha gente jóven y sobre todo muchos, muchísimos niños pequeños.
Enorme cantidad de "guiris" (extranjeros) mezclados con los autóctonos.
En lo que me fijé bien fué en que todos llevaban una sonrisa en los labios; nadie había con el gesto torcido.
Sólo ví el paso de la Virgen pues, aunque está cerca de mi casa el lugar que refiero, mi pobre rodilla derecha no me permite "grandes" desplazamientos, sino a cambio de grandes sufrimientos.
Todas las chavalas iban muy guapas y los matrimonios no se peleaban... ninguno ví y eso cuento... ni una palabra más alta que la otra, ningún gesto despectivo, ninguna inconveniencia.
Iban todos con sus ramitas de olivo de la misa de la mañana.
Sólo, y soy paciente, que había muchísimos niños pequeños, corriendo, llorando, preguntando, dando empujones, peleándose... en fin, hay que recordar que este domingo es especialmente para ellos en nuestra Semana Santa.
Llegué a mi casa echo polvo, pero contento por lo visto, especialmente de la gente y su sonrisa, la luminosidad del día... y de mi "Serva la bari" (Sevilla la bella en calé, la lengua de los gitanos).
¡Ah!... ¡ y compré torrijas !.

3 comentarios:

Chini dijo...

Qué bonito tuvo que ser ese paso!!!qué recuerdos me trae de pequeña, algún dia volveré sólo en Domigo de Ramos para ver la Paz pasando por el parque...

Ismael dijo...

Yo nunca he ido a ninguna procesión de Sevilla

asun dijo...

pero bueno, jose maría hemos estado en los mismos sitios y no nos hemos visto. Qué pena!